Ellos también aplazan el momento de ser padres cada vez más, y eso supone una disminución de la fertilidad y un mayor riesgo de enfermedad para los hijos
Ya se sabe que la reproducción es un campo fértil para el nacimiento de mitos, como que el sexo de los bebés es una responsabilidad exclusiva de las madres. La afirmación casi parece un chiste para una persona medianamente informada, pero hubo un momento en el que ponerla en duda era lo que te convertía en el hazmerreír. Y, por muy listos que nos creamos, ideas erróneas de fundamentación mítica siguen surgiendo actualmente. Por ejemplo, la de que los problemas de fertilidad relacionados con la edad son solo femeninos.
Sí, está comprobado que la fertilidad femenina comienza a disminuir entre los 35 y los 37 años -quien dude de que la capacidad se pierde tras la menopausia tiene un problema mucho mayor que el de la herejía-. Tener trabajos físicamente exigentes o con horarios irregulares, así como practicar deporte con mucha intensidad, puede hacer que el embarazo sea más difícil. Pero a los hombres también se les pasa el arroz… a su manera.
Los hombres no se hacen estériles, pero sí subfértiles
El jefe de Urología del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela. Ignacio Moncada, explica que, como las mujeres, «los hombres también son más fértiles entre los 20 y los 30 años». La diferencia está en que «aunque va disminuyendo progresivamente la concentración y la motilidad de los espermatozoides, no hay un momento en el que desaparece la fertilidad, como ocurre en la mujer, coincidiendo con la menopausia». De esta forma, se puede concluir que «los hombres no se convierten en estériles, pero si pueden tener distintos grados de subfertilidad».
Los motivos de esta disminución de la fertilidad son diversos. Están los cambios fisiológicos relacionados con el propio envejecimiento, aunque lo más común es relacionar esta disminución de la fertilidad con factores externos, como la exposición a «tabaco, medicamentos y otros tóxicos ambientales». Aunque el motivo por el que esta disminución en la fertilidad masculina es cada vez más común no hay que buscarlo en la literatura médica ni en experimentos de laboratorio.
Según Moncada, los hombres retrasan cada vez más el momento de ser padres, y actualmente se animan a dar el paso sobre todo entre los 35 y 40 años. «Lo importante es señalar que, según el Instituto Nacional de Estadística, un 50% de los hombres manifiestan que tienen sus hijos más tarde de los deseado por razones laborales o de conciliación -un concepto que no siempre debería ligarse a la reproducción-, por razones económicas o porque no se consideraban preparados para tenerlos». Es decir, igual que le pasa al a mujer, detrás del retraso de la reproducción no siempre hay una decisión personal, sino más bien pura necesidad. Las consecuencias pueden ser importantes.
El retraso también aumenta la probabilidad de enfermedad
Durante los últimos años se han publicado varios estudios que han analizado las consecuencias que tiene el retraso de la fertilidad en la salud de los recién nacidos. Por ejemplo, la revista The European Menopause Journal recogió recientemente un trabajo que concluye que «los embarazos de hombres de 45 años o más tienen un mayor riesgo de complicaciones prenatales». El texto expone que los problemas de fertilidad se han focalizado sobre todo en las mujeres, pero que la evidencia sugiere que ser padre de forma tardía, es decir, con más de 35 años, se relaciona con «una disminución en la fertilidad y un aumento en las complicaciones del embarazo, como la diabetes gestacional, la restricción del crecimiento intrauterino y el parto prematuro. Adicionalmente, los hijos de padres de edad paterna avanzada tienen un mayor riesgo de defectos de nacimiento cromosómicos y no cromosómicos y una mayor incidencia de autismo y cáncer infantil».
La revista Nature publicó el año pasado un trabajo sobre la influencia de los padres en las mutaciones genéticas, en un estudio en el que participaron 1.500 islandeses. Los científicos calcularon que en el caso de las mutaciones de novo, que son las que aparecen en una familia por primera vez, «el número de las mutaciones de las madres aumentan en 0,37 por año de edad, una cuarta parte de los 1,51 por año de los padres». El motivo parece estar en las diferentes formas que tienen de producirse los óvulos de los espermatozoides. Mientras las mujeres nacen con los ovocitos que serán sus futuros óvulos (y por ello su reserva es más limitada), en el caso de los hombres los precursores de los espermatozoides se multiplican constantemente, lo que puede dar lugar a un mayor número de mutaciones. Respecto al impacto de estas variaciones en el genoma, las opiniones son diversas, y es que si bien pueden suponer un mayor riesgo de enfermedad, también es cierto que pueden acabar configurando un cambio evolutivo positivo.
Pero Moncada advierte de que lo que sí se sabe es que «con un padre mayor, hay evidencia de un aumento en los mortinatos y un riesgo ligeramente mayor de autismo, trastorno bipolar y esquizofrenia en la descendencia en el futuro», asimismo, «el aumento del riesgo de acondroplasia -la forma más frecuente de enanismo- ha sido reconocido por mucho tiempo».
Cuando la infertilidad también es masculina
El urólogo del Hospital Vithas Nisa Rey Don Jaime (Castellón) Mateo Pérez dice que la primera consecuencia del retraso en la edad de paternidad y maternidad es un aumento de las parejas que recurren a técnicas de reproducción asistida, y que la causa está en el varón tanto como en la mujer. Pérez explica que se calcula que de las parejas heterosexuales que consultan por infertilidad, en torno a «un 30% de las causas está en el varón, en un 30 % el factor es femenino y en el resto no se identifica causa o es mixta», como, por ejemplo, que haya una incompatibilidad en la pareja que no existiría si se reprodujeran con otras personas.
Pérez explica que la edad en donde los hombres producen una mayor tasa de embarazos se sitúa entre los 25 a 29 años. «De esta forma, la probabilidad de concebir en el siguiente año (una estadística ampliamente utilizada en los estudios de fertilidad) disminuye un 30% en los varones mayores de 40 años en relación a los mayores de 30 años. En estudios sobre métodos para tratar la infertilidad, como la inseminación intraútero, también se reproducen estas diferencias». Igualmente, «a los 45-50 años el tiempo hasta el embarazo es hasta cincos veces más largo», por muchos Papuchis que conozcamos en el imaginario colectivo.
El médico concluye que, si bien aún falta mucho por investigar, todos estos datos son los que han llevado a hablar cada vez del «reloj biológico masculino» y a prestar atención a una cuestión que hasta hace apenas unos años pasaba del todo desapercibida a nivel científico. Y es que aunque la sociedad vea sesgos por género, la realidad es que la naturaleza, por suerte o por desgracia, no hace las mismas distinciones.
Fuente: SILVIA C. CARPALLO – EL PAÍS